Estaba rota…
entera golpeada por los avatares de la vida,
– pero íntegra –
no he perdido mi fe por la melancolía.
Tampoco la lluvia de odios me exterminó
ni he vendido mi dignidad por cobardía,
ni por mis incesantes idealizaciones insípidas
para crear mi propia historia por instinto.
Las vicisitudes del pasado son mi lección;
de lágrimas colmaron mi aprendizaje;
la tragedia, cruenta, muchas veces me hostigó,
pero su sombra he olvidado en este largo viaje.
El amor busqué con pasión
por verdes colinas que recorrí,
mas hallé la perla de inconmensurable valor;
con beso perfecto y con frenesí…
convirtió mi vida en un concierto musical
apartando completamente lo necio y los absurdos,
he ganado espacio con energía vital
aunque en las familias se carezca de acuerdos.
Las posesiones son perecederas,
pero lo más importante es intangible
– eterno, grandioso e inexpugnable–
como el vaivén de aromáticas olas.
Ahora, sueño al lado de cristalinos riachuelos;
su luz ha sanado todas mis heridas acuciosas
con palabras de extraordinarios consuelos.
Mis ojos…
– tal vez sea para siempre –
resplandezcan como gemas preciosas.
(de Patricia Gajardo)
*Esta composición está protegida por la Ley 17.336 sobre la Propiedad Intelectual y los Derechos de Autores).