Fui por un camino extraordinario,
donde me encontré con un hombre extraordinario
que hablaba de asuntos extraordinarios
con propósitos medularmente extraordinarios.
Al mirarme, se imaginó de mí cosas extraordinarias
y me quiso con pasión notoriamente extraordinaria;
conversábamos invariablemente de tópicos extraordinarios.
Yo, me sentía feliz con mi hombre extraordinario
(constituimos un matrimonio consuetudinario),
y vivíamos en una casa arquitectónicamente extraordinaria
e íbamos a hermosos lugares extraordinarios,
además, conocíamos gente peculiarmente extraordinaria.
Éramos extraordinariamente felices;
formábamos una pareja realmente extraordinaria
y tuvimos una hija también extraordinaria.
Nuestra felicidad era definitivamente extraordinaria.
Sin embargo…
Recomiendo su lectura, me enterneció el de la página 65. ¡Cónchale Vale!. Que honor conocerte. “Un colibrí que se toma la educación y da lecciones de vida”
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¡Yo, Colibrí! es lo mejor que he leído ultimamente
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Mas que extraordinario, es un Colibrí excepcional
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Extraordinario tu ¡Yo, Colibrí!, Patricia
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