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Porque el que enseña incertidumbres es un inepto,
no un maestro.
Y yo… virtual e indemne tengo un imperativo:
que no es una verdad submarina, oceánica e inasible,
o indiscernabilidad de un alma acuática.
Es episteme, chispa y hazaña;
no es ciencia especulativa sino exacta;
linealidad con ciclos discernibles…
…
El amor… tan amplio y noble sentimiento,
es eso que lo cambia todo.
El rencor no lo es;
corroe el alma y envenena,
te encarcela y somete a fatigas absurdas,
enfría la mirada y enturbia;
es de escaso criterio.
Pero, el aprendizaje es un proceso activo,
preciso, claro y profundo,
con arrojo, bondad y sacrificio;
allí, donde el tiempo dobla
y las distancias se unen;
crecen plantas y enebros
en la campiña, valles y cerros;
nace la azucena, el clavel y la dalia
y los crisantemos limpian el aire.
El amor es tácito e indisimulable,
implícito en mares, puentes, ríos y lagos;
escucha el tañido del viento y la lluvia
en una constante extraordinaria
abriendo puertas, umbrales y caminos
se proyecta en la exégesis del Libro
(un cerebro activo no degenera),
sé su amigo…